Giacomo Puccini (1858 - 1924)

Crisantemi                                                                          5’45

Anton Bruckner (1824 - 1896)

Cuarteto de Cuerdas en Do menor                                             22 m

I. Allegro moderato

II. Andante

III. Scherzo - Presto

IV. Rondo - Schnell

Silvestre Revueltas (1899-1940) 

Cuarteto de cuerdas No. 3            12 m

I. Allegro con brío

II. Lento, misterioso y fantástico

III. Lento - Allegro

El inusual programa del concierto de Auner Quartet presenta diferentes acercamientos al Cuarteto de cuerdas, género musical que toma el nombre de la agrupación más emblemática de la música de cámara desde el siglo XVIII hasta la fecha. Se presentan tres Cuartetos no tan conocidos, de compositores que no se dedicaron especialmente a este género, pero que muestran facetas muy sugestivas y valiosas de la escritura para esta agrupación instrumental.

El nombre del compositor italiano Giacomo Puccini (1858-1924) se asocia inevitablemente con la ópera, su mayor aporte a la música de comienzos del siglo veinte. Pero, a pesar de ello, no es el único género musical que trabajó. Una feliz muestra de ello es Crisantemi, el cuarteto de cuerdas en un movimiento que compuso en 1890 como responso por la muerte del segundo hijo del rey de Italia, Vittorio Emanuele II. La música es muy sencilla y al mismo tiempo muy emotiva. La instrumentación resalta las cualidades melódicas todos los integrantes del conjunto. Posteriormente, Puccini utilizó la melodía del tema principal de esta pieza en el acompañamiento a la escena de la muerte de la protagonista de su famosa ópera Manon Lescaut, en 1893.

Anton Bruckner (1824-1896), uno de los grandes sinfonistas del romanticismo tardío, escribió su Cuarteto de Cuerdas en do menor en 1862 como pieza de estudio y no lo publicó ni lo incluyó nunca en su catálogo por ser una obra de estudio. Bruckner, famoso por su excesiva modestia y su feroz autocrítica, realizó repetidas revisiones de muchas de sus obras.  No sucedió lo mismo con esta, que se conservó sin publicar hasta 1950, cuando fue descubierta por el Cuarteto Koeckert, que lo estrenó en 1951 y desde entonces forma parte del repertorio de los cuartetos de cuerda. Aunque no comparte muchos elementos de estilo con las sinfonías brucknerianas –compuestas en fechas posteriores- la obra presenta a través de sus cuatro movimientos un innegable interés: en él se aúnan la sencillez e intimismo de la música de cámara con una voluntad de desarrollo sinfónico que presagia al gran compositor en que se convertiría años más tarde.

Cierra el concierto una obra del emblemático compositor mexicano Silvestre Revueltas (1899-1940), considerado el más importante representante de su generación y el más influyente en los compositores del resto del siglo XX mexicano. El Cuarteto de cuerdas No.3 fue compuesto en 1931, a comienzos de su período de madurez, cuando experimentó su nuevo lenguaje musical en diferentes agrupaciones de cuerdas.  Esta obra es considerada por muchos como el más consistente y profundo de los cuatro Cuartetos de cuerdas que escribió, donde los tintes nacionalistas no acaparan la atención por su colorido, sino que aparecen sólidamente articulados en un universo musical de gran altura, que coloca a Revueltas como el gran compositor que instaló definitivamente a la música mexicana de concierto en la palestra mundial.