Por: Ilse Villanueva
Miguel Bernal Jiménez tuvo un sueño: hacer de Morelia la Salzburgo de América; pero ¿qué significaba eso de “ser una Salzburgo” o más bien por qué Morelia debería compararse con ese lugar? Pues bien, Salzburgo es una ciudad de Austria; la cuarta más poblada de ese país y es famosa por dos razones, una de ellas es que es la ciudad natal de Wolfgang Amadeus Mozart, sí; uno de los mejores compositores en la historia de la música occidental. Y la otra razón es que es la sede de uno de los más prestigiosos festivales de música en el mundo actualmente y desde mediados del siglo pasado.
Hablemos un poco de este último y descubramos qué relación tiene con el sueño de Bernal Jiménez; el Festival de Salzburgo es un importante festival de música y teatro que se celebra desde 1920 en esta ciudad durante los meses de julio y agosto. Tiene un par de extensiones, una llevada a cabo en el periodo de Pentecostés, dedicado a la música clásica y barroca; y la otra celebrada en época de Pascua, con la presencia destacada de obras del músico Richard Wagner.
Hoy día, hay cientos de festivales de música alrededor del mundo en muchas de las ciudades más importantes y en prácticamente todos los continentes; van desde la música popular contemporánea, hasta algunos dedicados a las expresiones musicales indígenas o antiguas; pero justo Salzburgo destaca del resto porque independientemente de la selección de artistas internacionales, así como locales que se presentan en su marco; la ciudad y sus organizadores cada año hacen un esfuerzo por ser un referente musical mundial; por ir un paso adelante en cuanto innovación, investigación y descubrimientos de propuestas tanto antiguas como nuevas, logrando así, ser el festival de música más importante de la actualidad.
Ciertamente el hecho de ser la cuna de Mozart le da ya gran parte de su importancia y encanto, pero bien él pudo haber nacido en cualquier otra ciudad y quizás pensaríamos lo mismo de cualquiera que fuera ésa; los creadores de este festival supieron utilizar el origen de este genial músico a su favor y año con año se han esforzado en convertirla en un referente de creación musical donde convergen tanto las presentaciones, como su estudio con uno de los conservatorios más importantes del mundo: el Mozarteum.
Pues bien, hay bastantes paralelismos de Salzburgo con Morelia; como por ejemplo, la existencia del Conservatorio de las Rosas, proyecto soñado e iniciado –con la ayuda y asociación de muchas otras figuras importantes- por MBJ, el hecho de haber sido la cuna de este gran músico, pero también de muchos otros; y algo que alguna vez fue un sueño, Miguel Bernal se esforzó toda su vida en lograrlo; fue en gran parte su muerte prematura la razón por la que podría decirse que sus anhelos fueron truncados.
“Ora y labora” es una máxima de San Benito que Miguel siguió religiosamente durante toda su vida; por una parte su fuerte vocación católica que lo llevó hacia el camino de la música sacra, su creación, investigación, innovación y difusión; pero también su amor por la enseñanza unida a la primera, él mismo dijo que al haberse quedado únicamente con la música de iglesia, habría limitado los conocimientos de sus alumnos y el suyo propio; por lo que con mucha humildad y trabajo diario, se esforzó cada día en compartir todo lo que sabía, en seguir aprendiendo y en crear en Morelia uno de los centros musicales más importantes de América.
Cabe decir que sí lo fue, pues en su haber y en gran medida gracias al trabajo y esfuerzo de Miguel Bernal, se encuentran la revitalización de la Escuela Superior de Música Sacra, la revista de difusión e investigación musical Schola Cantorum, la fundación del Conservatorio de las Rosas, la Sociedad Amigos de la Música, el Coro de los Niños Cantores de Morelia, propició el Primer Congreso Interamericano de Música Sagrada, también fue miembro fundador del Seminario de Cultura Mexicana y parte de él durante diez años donde su trabajo de investigación y difusión del arte fue constante; publicó 9 libros y escribió más de 130 artículos; venían de todo México, América e incluso de Europa, para recibir las clases del maestro Bernal.
Proyectos que quedaron inconclusos tanto por su muerte prematura como por la falta de apoyo fueron la Orquesta Sinfónica de Morelia y el Festival de Música y Arte de Morelia; llegó a planearlo tan minuciosamente como alguna vez lo hizo con el Conservatorio de las Rosas, que al no encontrar los fondos y apoyo suficiente; no desistió en su esfuerzo personal por lograr lo que quería con estas dos instituciones: difundir la música mexicana y el arte en general; aparte de servir como una fuente de ingresos para los artistas y el estado.
Otro de sus grandes proyectos que quedaron solo en papel, fue la grabación de una serie de LPs –el formato más innovador en su momento- de una selección de música de cámara, orquestal, de ballet, operística, pianística, vocal, coral y sacra; cada uno con las obras y autores específicos que debían ir en cada colección, de todas las épocas y filiaciones y con el único fin de tener un registro de las mejores obras de música mexicana y con ello demostrar al mundo que en este país también se creaba música de manera excepcional.
Tenía un fuerte sentido de pertenencia con la ciudad que lo vio nacer, tanto así; que recorrió buena parte del país, del continente y de Europa siempre buscando abastecerse de conocimiento y material para regresar a Morelia, compartirlo y ser fuente de inspiración para seguir creando. Él mismo estaba convencido de que quizás al menos en la Ciudad de México su trabajo pudo haber tenido mayor impacto, incluso; si hubiera dejado en segundo plano a la música sagrada, pero siempre fue un hombre de convicciones fuertes y no dejó que la fama o reconocimiento nublaran su carácter. Confiaba en Morelia y en el conocimiento que otorgaba a sus alumnos y músicos a través de su trabajo impreso, grabado y presencial; quiso hacer de Morelia la venia musical por excelencia en esta parte del mundo, que de aquí surgieran los más importantes músicos de México y expusieran esto en el resto del globo.
Los últimos años de su vida por cuestiones económicas y con mucho pesar, tuvo que dejar México para ir a trabajar a Nueva Orleans en Louisiana, pero volviendo cada verano a impartir talleres, clases y cursos, para seguir dirigiendo orquestas y crear obras tanto por inspiración como por encargo; quizás fue el exceso de trabajo y la responsabilidad artística que sentía por difundir todo esto lo que lo llevó a dejar este mundo tan pronto; sin embargo, seguro se habría de sentir orgulloso por todo el trabajo que dejó y que sigue perpetuándose de muchas maneras, con sus obras, conocimientos y proyectos que continúan hoy día.
Él se habría sentido no satisfecho, pues nunca lo estuvo, siempre supo que se podía hacer más, que se podía trabajar mejor y lograr mayores cosas; pero si con la tranquilidad y paz suficiente de saber que esta ciudad es un fuerte referente artístico para el país y que sus descendientes continúan trabajando para lograr lo que alguna vez él soñó; hacer de Morelia la Salzburgo de América.